Amelia, vive en la Calle Narváez, en Madrid.
En febrero de 2021 empezó a vender un piso de 40 m² con terraza, a reformar, en la Calle Menorca. Muy cerca de donde vive.
Alquilado durante 16 años.
Se lo han destrozado un par de veces.
Ya estaba harta. Quería vender.
Se paseó por las inmobiliarias de la zona ofreciendo su vivienda.
Amelia expuso sus condiciones y su precio, 415.000 €.
9 de 7 inmobiliarias aceptaron todo sin rechistar.
Sí, has leído bien, 9 de 7.
Hubo dos que publicaron la casa de Amelia sin su permiso. Encareciendo el precio sumando su comisión.
Cuando me dicen que hay agencias que funcionan así, entiendo lo de Abstenerse Agencias.
También, con ayuda de su sobrina instagramer con 29 seguidores, publicó su anuncio en Idealista.
Uno muy parecido al resto de anuncios. Como sacado de una fabricación en serie.
Un anuncio nada destacable, aunque algo mejor que el de algunas inmobiliarias, que hablaban más de la agencia o de El Retiro que de la casa.
Llamativo.
En mayo, Amelia se encontró con su amiga Nuria en el Mercado Municipal de Ibiza.
Le contó su historia a Nuria y Nuria le habló de nosotros y le dio nuestro teléfono.
Le propusimos la estrategia para vender su casa a 485.000 €. Sí, 70.000 € más de lo que pretendía conseguir.
Hicimos todo lo que sabemos que hay que hacer para vender una casa a buen precio.
Sin magia, ni trucos, ni abracadabras.
El primer día que la íbamos a empezar a enseñar, programamos 10 visitas. Una cada 20 minutos.
La primera visita se lo quedó, y las otras nueve se enfadaron un poco, pero lo entendieron.
Amelia estaba todo lo contraria a enfadada.
El precio no se negoció. No dimos lugar al regateo.
Aunque pienses que esto es un caso extremo, que lo es. Los hay más exagerados.
Pero no por ser extremo, es algo inusual. Estos casos se repiten más de lo que crees.
Es lo que pasa cuando quien dirige la venta, no sabe lo que hace. Vende en modo Homer.
El destino, o mejor dicho, Nuria, nos llevó a Amelia 3 meses después de que empezara a vender su casa. Si nos hubiera conocido en febrero, lo más probable es que NO nos hubiera contratado porque ella ya tenía una idea en la cabeza.
Nadie, que no aceptara lo que ella quería, la iba a convencer. Su cabeza no quería reconocer que se equivocaba.
Y tenía clara que la primera frase de su anuncio iba a ser Abstenerse Agencias.
Pero le llegó su momento.
Ese momento en el que entiendes que para obtener resultados excelentes necesitas a alguien que sabe lo que hay que hacer.
Y es que si quieres que suene la flauta, puedes soplar y a ver, la flauta suena. Si el resultado te da igual, lo siento por tus oídos.
La diferencia entre que suene como el hijo de tu vecino cuando ensaya las mismas notas, horas y horas; o como un flautista consagrado, te la da esa mezcla de conocimiento, experiencia y ese «je ne sais quoi» que te da la intuición tras años haciendo sonar la flauta, deleitando al respetable que paga por escuchar una bonita melodía.
No te agobies si no es tu momento. No pasa nada.
Estamos muy liados vendiendo a buen precio otras casas. Y nos centramos en ellas.
El resto, ya llegarán. O no.
Cuando prefieras la música al ruido, puede que sea tu momento.