Era el típico consejo sensato de amigos y familiares que no tienen ni idea de vender casa.
Es de esperar.
Lo que nos sorprendió fue que otras inmobiliarias le dijeran lo mismo.
Bea no quería poner su vida en pausa.
Ahí supimos que teníamos que ayudarla… y descubrió algo que muchos desconocen.
Bea tenía un chalet en Las Lomas, en Boadilla del Monte.
Amplio, con jardín y piscina, en una urbanización tranquila.
Cuando dijo que quería venderlo, las respuestas fueron casi idénticas:
“Ni se te ocurra ponerlo a la venta ahora, espera a primavera… es cuando mejor se vende.”
Era el típico consejo cuñadista que se repite de boca en boca, sin que nadie sepa muy bien de dónde sale.
Amigos, familiares, e incluso algunas inmobiliarias, coincidían.
Hasta que Bea empezó a investigar por su cuenta.
Encontró artículos, gráficos y estadísticas del INE.
Meses señalados como “malos”, otros como “óptimos”.
Pero había un problema: todos decían lo mismo… y todos parecían escritos con la misma plantilla.
Lo que Bea no sabía entonces —y que tú descubrirás si te quedas hasta el final— es que manejar cifras y vender una casa por encima del mercado… son dos ligas muy diferentes.
Y lo que debes tener claro en que liga quieres jugar tú.
Si buscas en Google, parece que todos los expertos coinciden:
Primavera es la época dorada para vender, otoño el segundo mejor momento… y verano e invierno, “meses a evitar”.
Suena convincente.
Sobre todo porque viene acompañado de gráficas del INE, tablas de portales inmobiliarios y frases como “la demanda supera a la oferta” o “los compradores están más activos”.
Pero hay un detalle que nadie menciona.
Estas estadísticas son promedios.
Y un promedio, en el mercado inmobiliario, es como decir que la temperatura media de España es de 15º.
Y si eso te lo dicen hoy, 11 de agosto de 2025, que hace 41 grados mientras escribo esto a las 16:00 en Madrid, no te hace gracia.
A mí no me la haría.
Otra “verdad universal” que encontrarás en portales y blogs inmobiliarios es que en verano no se venden casas.
¡Spoiler !-Las inmobiliarias que vendemos un 9% por encima del mercado no cerramos en verano- Aunque los notarios estén todos remojándose en la playa.
Que la gente está de vacaciones, que no hay prisa, que el calor espanta visitas y que todo se paraliza hasta septiembre.
Y sí… es cierto que en agosto en España hay zonas donde la acera se puede convertir en una plancha para freir huevos.
También es cierto que muchos compradores están pensando más en chiringuitos que en hipotecas.
Pero eso no significa que no haya ventas.
Significa que hay menos competencia.
Y menos competencia, si sabes jugar bien tus cartas, es una ventaja alucinante.
En verano, el comprador que sigue buscando no está curioseando.
Está decidido.
Sabe lo que quiere.
Y quiere encontrarlo ya, porque tiene más tiempo libre para verlo, decidir y firmar.
E incluso se viene de dónde esté de vacaciones para ver la casa, y firma la propuesta y deja al señal a distancia, mientras las olas le refrescan los dedos de los pies.
En Novalinmo hemos vendido casas en pleno agosto a familias que, en otro momento del año, habrían tardado meses en coordinar agendas para una visita.
Y lo hemos hecho porque, cuando sabes vender, incluso el mes que todo el mundo evita…
se convierte en una autopista sin tráfico hacia la venta, como las calles de Madrid en agosto.
Si el verano es el “mes de los valientes”, el invierno es, según muchos, el momento de hibernar la venta.
Que si las fiestas distraen, que si enero es para recuperarse de los gastos, que si nadie quiere mudarse con frío.
La realidad es que, en invierno, los compradores que se mueven no están probando suerte:
Están en modo objetivo.
Buscan cerrar su operación antes de fin de año por motivos fiscales, o asegurarse una vivienda lista para primavera.
De hecho, hay algo que pocos mencionan: vender antes del 31 de diciembre puede ahorrarte un año entero de plusvalía municipal, porque este impuesto se calcula por años naturales, no por días.
Y eso, para algunos propietarios, supone miles de euros menos en el coste final.
En Novalinmo hemos visto compradores reservar chalets como el de Bea, en diciembre, firmar arras en enero y escriturar en febrero… para entrar a vivir en verano con la casa reformada y lista.
Mientras otros esperaban al “buen momento”, ellos ya tenían todo cerrado.
Si buscas opiniones, la primavera es como el Messi del mercado inmobiliario: todos dicen que es el momento perfecto para marcar el gol de la venta.
Que los jardines están en su punto, que la luz entra por las ventanas con un ángulo casi celestial, que las familias planifican mudarse antes del verano… y que todo eso hace que los compradores salgan como abejas al polen.
Y sí, es cierto: en primavera hay más movimiento.
Pero también hay algo que casi nadie te dice.
Cuando “todo el mundo” decide vender en primavera… la competencia se dispara.
Y un mercado lleno de casas similares significa una cosa: más opciones para el comprador, más presión para el vendedor.
Bea lo notó cuando empezó a buscar información.
Todos los consejos apuntaban a la misma estación del año.
Pero ella no quería ser una casa más en un catálogo abarrotado como lo es el mercadillo en el que se han convertido los portales inmobiliarios.
Porque, si vendes tu casa en un mes “bueno” pero tu vivienda no destaca porque no sabes cómo se hace bien, el comprador se irá con la del vecino que le haya gustado un poco más…
o que le haya bajado 20.000 € el precio para cerrar rápido.
La primavera puede ser una autopista de ventas… o una rotonda en la que das vueltas y vueltas mientras otros te adelantan.
Todo depende de cómo juegues tus cartas.
Después de la primavera, el otoño suele ocupar el podio como “el momento ideal” para vender.
Que si la vuelta a la rutina, que si las familias quieren instalarse antes de Navidad, que si los compradores retoman su búsqueda después del verano…
Y algo de verdad hay.
Septiembre y octubre pueden traer visitas motivadas y decisiones rápidas.
Pero el otoño tiene un detalle que no se comenta tanto:
es la última llamada antes del invierno.
Y eso significa que muchos compradores se precipitan.
Buscan cerrar antes de que lleguen las fiestas, pero también… saben que, si no encuentran lo que quieren, esperarán hasta el año siguiente.
En este escenario, la presión puede jugar a tu favor… o en tu contra.
Porque si no has preparado tu casa para brillar y diferenciarse, el comprador usará esa misma prisa para apretarte con el precio.
Bea escuchó muchas veces que “si no vendes en septiembre, mejor esperar a la primavera”.
Pero ella entendió algo clave: no se trata de la fecha del calendario, sino de cómo llegas a esa fecha.
Un otoño bien jugado puede ser un sprint hacia la venta.
Uno mal jugado… la excusa perfecta para posponerlo todo, incluida tu vida.
Después de todo esto, parece fácil caer en la trampa de elegir un mes como si fuera una receta infalible:
Primavera para la luz, otoño para el impulso, verano para los decididos, invierno para los que piensan en fiscalidad.
Todos tienen su lógica.
Todos tienen sus oportunidades.
Pero también todos tienen algo en común: funcionan solo si sabes cómo aprovecharlos.
Porque no es el mes el que vende tu casa…
Es lo que haces tú (o tu inmobiliaria) para que en ese mes tu casa sea la opción obvia para tu comprador ideal.
Y en eso, créeme, la estadística y el calendario no lo son todo.
Quédate, porque en un momento voy a contarte cómo Bea convirtió un mes “poco recomendado” en la jugada perfecta para vender su chalet… y hacerlo por encima del mercado.
Pero… ¿qué sabrán ellos de vender?
Casas o un triciclo en la puerta de una guardería.
No es lo mismo contar operaciones cerradas que saber cómo convertir un momento en una oportunidad.
Y diciembre, bien planteado, puede ser un mes brillante para cerrar una venta.
Te puedes autoconvencer y resignarte, creyendo que “no es el momento”, o puedes entender la verdad incómoda que no quieres reconocer: si no sabes vender, cualquier mes del año es el peor mes para vender tu casa.
Porque sin conocimiento, da igual lo que digan unos estadistas que no se juegan su dinero.
Pero si sabes vender… incluso el mes que todos descartan se convierte en tu ventaja.
Según el INE (Instituto Nacional de Estadística), diciembre suele registrar menos operaciones.
Pero esa estadística no tiene en cuenta la estrategia de venta.
Si sabes vender, diciembre puede ser tan bueno como cualquier otro mes… e incluso ventajoso para ti por motivos fiscales.
Muchos portales inmobiliarios dicen que primavera y otoño son los momentos ideales, pero la realidad es que cualquier mes puede ser bueno si la venta está bien planteada.
Lo importante no es la fecha, sino la preparación, el marketing y el tipo de comprador al que te diriges.
En verano, la competencia es menor y los compradores activos están más decididos.
En invierno, muchos buscan cerrar antes de fin de año para optimizar impuestos.
Con una buena estrategia, ambas temporadas juegan a tu favor.
Si conoces a alguien que se decanta por una de las dos, sal corriendo, no tiene ni idea de vender.
Y no está la cosa para malvender tu casa.
El clima influye en la percepción, pero no es determinante.
Una vivienda bien presentada y dirigida al comprador correcto puede venderse igual en pleno agosto a 45º o en enero aunque caigan chuzos de punta.
Lo que de verdad influye es cómo se comunica y se negocia la venta.
Esperar solo por lo que digan las estadísticas puede hacerte perder oportunidades y dinero.
El “buen momento” se crea con estrategia, no con el calendario, ni con el clima.
Si tienes claro que quieres vender, lo mejor es planificar bien y actuar.
Si no sabes vender, nunca será un buen momento para vender tu casa.
Aunque puedes buscar a alguien que sí sepa vender tu casa en cualquier día del año.
Bea descubrió que el “mejor mes” para vender no está en el calendario, sino en la forma en la que planteas la venta.
Porque vender una casa no es esperar a que las estadísticas jueguen a tu favor.
Eso sería como ir al casino.
Es usar el momento que tienes… y ponerlo a trabajar para ti.
Preparar la vivienda, entender cómo piensa tu comprador ideal y tener clara la estrategia antes de poner un cartel.
En Novalinmo no te diré “espera a primavera” ni “mejor en septiembre” como si fuera un horóscopo inmobiliario.
Te ayudaremos a crear tu propio mejor mes.
Uno en el que tu venta avance, sin excusas ni pausas innecesarias.
Bea no esperó a que el calendario le diera permiso.
Con ese valor que no todos tienen para no hacer caso a todo ese ruido innecesario que rumiaba su entorno.
Su chalet se puso a la venta cuando otros decían que era “temporada baja”.
En menos de lo que esperaba, tenía un comprador que reservó en diciembre, firmó arras en enero y escrituró en febrero… con tiempo de sobra para reformar y estrenar su piscina en verano.
Mientras otros seguían esperando al “momento ideal”, Bea ya había cerrado la venta, con el precio que quería y sin un solo sobresalto.
No fue un golpe de suerte.
Fue estrategia.
Y ahora que sabes que no hay meses malos, solo ventas mal planteadas, la decisión está en tu tejado:
o esperas a que cambie el calendario… o haces que cambie tu resultado.