Javier no quería problemas con su amigo.
Ya bastante tenían con haber invertido juntos para sacarle rentabilidad alquilando el piso, pero ahora uno necesitaba liquidez y quería vender su mitad.
Javier se lo preguntaba cada día: ¿puedo vender la mitad de mi casa?
La respuesta legal es sí: cualquier copropietario puede vender su parte, aunque sea el 50% (o cualquier otro porcentaje)
Pero la realidad es más compleja.
Vender la mitad de una casa no es lo mismo que venderla entera.
El comprador más habitual suele ser el otro propietario, pero si este no puede o no quiere comprar, la búsqueda se complica.
Javier sabía que existían empresas especializadas en comprar participaciones, aunque el precio suele ser más bajo.
También estaba la opción de buscar un comprador particular, pero eso implicaba más tiempo.
Javier tenía claro que no quería perjudicar a su amigo.
Pero también tenía claro que su situación no podía alargarse indefinidamente.
Consultó la escritura.
Ahí constaba claramente: 50% de la propiedad a su nombre, el 50% del pleno dominio de la casa.
Su parte. Su derecho.
Legalmente, podía vender su parte del piso sin necesidad de contar con el consentimiento del otro copropietario.
Eso sí, debía notificarlo y respetar el derecho de tanteo, si estaba pactado. Pero más allá de eso, era libre para vender.
El problema no era la ley.
El problema era el mercado.
¿Quién estaría dispuesto a comprar solo la mitad de un piso?
¿Quién querría convertirse en copropietario de un inmueble con alguien a quien no conocía?
La respuesta era: pocos. Muy pocos.
Y los que aparecieran, seguramente lo harían ofreciendo mucho menos del valor que esa participación tenía sobre el papel.
Aun así, Javier necesitaba una solución.
Y cuanto más investigaba, más claro lo tenía: vender una parte de una casa no es imposible, pero sí requiere estrategia.
Sí, se puede. Pero no es lo mismo que vender con el consentimiento del otro.
En el caso de Javier, su amigo no podía comprarle su parte.
Tampoco se oponía, pero no quería implicarse en el proceso de venta.
Eso dejaba a Javier en una especie de limbo: legalmente podía actuar, pero sin apoyo activo.
Y cuando uno no tiene un comprador claro ni un plan de salida, la sensación de estar atrapado es muy real.
Este tipo de situaciones no son raras: se compra entre amigos, entre hermanos, entre parejas… pero cuando uno quiere salir, todo se tambalea.
Fue la primera opción que Javier valoró con seriedad.
Existen fondos y empresas que compran participaciones indivisas, pero lo hacen con un objetivo claro:
adquirir barato para luego forzar una venta total o una disolución judicial del condominio.
Las ofertas que recibió eran muy por debajo del 50% del valor de mercado del piso.
Legalmente era posible. Rápido, también.
Pero habría supuesto asumir una gran pérdida… y quizás tensar la relación con su amigo, al entrar un tercero sin relación en la copropiedad.
La clave está en el cómo.
Javier no quería conflictos. Ni pérdidas innecesarias. Ni esperar años a que su amigo pudiera comprarle la parte.
Por eso nos llamó.
En Novalinmo estudiamos su caso y trazamos una hoja de ruta:
Valoramos el piso completo, no solo su 50%.
Analizamos la viabilidad de venta conjunta.
Hablamos con su copropietario. Sin presión, solo opciones.
Pusimos en marcha una venta global… con un acuerdo.
Porque a veces la solución no está en vender una parte, sino en plantear bien la venta del todo. Y repartir.
Depende del enfoque.
Si vendes a un fondo, sí, perderás.
Si lo haces por tu cuenta, tardarás.
Y si esperas indefinidamente, no resuelves nada.
Lo que hicimos con Javier fue mostrarle que hay otra forma: negociar bien desde el principio, con un comprador que entienda el valor del inmueble completo, no solo de una parte.
El resultado fue una venta rápida, al mejor precio posible, sin romper la relación entre ellos y sin tener que malvender nada.
Sí.
Y debería ser siempre la primera opción.
Mucha gente cree que, si no hay acuerdo, la única salida es la vía judicial. Pero no es cierto.
El condominio puede disolverse de forma amistosa.
O, como hicimos con Javier, puede venderse el inmueble entero y repartir los beneficios.
Evitar los tribunales es ganar tiempo, dinero y salud mental.
Y esa es la base de cómo trabajamos en Novalinmo: soluciones reales, humanas y efectivas.
Tu parte debe estar inscrita en el Registro de la Propiedad.
Necesitarás una nota simple actualizada y la escritura de propiedad donde conste tu porcentaje.
Sí.
La ley permite vender tu parte sin necesidad de que el otro propietario acepte, siempre que esté todo correctamente inscrito.
Los mismos que en cualquier venta: plusvalía municipal y ganancia patrimonial. Calculados sobre tu parte.
Menos que su valor proporcional.
Puede reducirse entre un 30% y un 50%, especialmente si no hay acuerdo con el otro propietario.
Siempre que sea posible, lo ideal es pactar la venta del inmueble completo.
Así se evita malvender una parte y se maximiza el beneficio conjunto.
Javier no quería líos.
Tampoco dañar la relación con la persona con la que había invertido.
Habían comprado el piso con ilusión, pensando en el largo plazo.
Pero la vida cambia, y ahora él necesitaba recuperar su dinero.
No quería forzar.
Ni perder.
Ni quedarse bloqueado.
Solo una salida justa.
Y la encontró.
Decidieron vender todo el piso y repartieron.
Sin discusiones.
Sin dramas.
Con un acuerdo claro.
Porque a veces tomar distancia no es romper nada, es cuidarse bien.
Tener el 50% de un piso y no poder hacer nada con él agota.
Más aún si no quieres molestar a nadie.
Pero se puede salir de ahí sin enfrentamientos, sin rebajas forzadas y sin perder el control.
Solo necesitas claridad, valoración real y una estrategia que te dé opciones.
En Novalinmo te ayudamos a encontrar la mejor salida.
Con cabeza, con respeto y sin sorpresas.
Lo estudiamos contigo.
Porque, igual que Javier, tú también puedes vender tu parte…
y hacerlo sin romper lo que importa.